Las incorporaciones, ya sea de managers, managers de managers o directivos, son momentos de gran relevancia para las empresas. Según un estudio de McKinsey, hasta el 50 % de los reclutamientos fracasan en los primeros 18 meses… Estos fracasos suelen explicarse por la falta de un acompañamiento estructurado, dejando a los nuevos empleados evolucionar por su cuenta en la incertidumbre.
Para los DRH, responsables de carreras y otros actores de los recursos humanos, acompañar eficazmente estas incorporaciones es esencial para reducir los riesgos y garantizar el rendimiento. Este artículo propone herramientas y estrategias concretas para asegurar estas transiciones dentro de las organizaciones.
La incorporación, ya sea de un manager o un directivo, es un momento decisivo, a veces arriesgado. De hecho, el 50 % de los reclutamientos o promociones fracasan en los primeros 18 meses. El contexto actual, marcado por la incertidumbre y lo desconocido (VUCA, BANI), deja poco margen a las empresas, que no tienen realmente el lujo de realizar varios reclutamientos. De hecho, una incorporación mal acompañada puede transformar lo que debería ser una fase de oportunidad en un periodo de fragilidad.
Con frecuencia, los objetivos esperados son vagos. El manager o directivo llega sin puntos de referencia estratégicos claros, lo que puede llevarle a dispersarse o a no focalizar correctamente las prioridades críticas.
El nuevo empleado, especialmente un directivo, generalmente recibe pocos feedbacks o acompañamiento estructurado. "No queremos apresurarlo", se escucha a veces. ¿El resultado? Una soledad en la toma de decisiones que ralentiza la integración.
Un manager que no se adapta a las dinámicas internas puede encontrarse rápidamente con resistencias. La cultura, a menudo implícita, se convierte en un obstáculo si no se comprende adecuadamente.
Los fracasos son costosos: reclutamiento, onboarding, formación, sin contar la pérdida de rendimiento y la necesidad de reiniciar un proceso.
Un manager mal integrado puede debilitar la confianza de los equipos y provocar salidas. Los colaboradores, en la incertidumbre, pueden perder motivación.
Sin un liderazgo claro, los proyectos estratégicos se estancan, se dispersan o fracasan. Las consecuencias para la organización pueden ser profundas y duraderas.
Para los DRH y responsables de carreras, asegurar una incorporación es, por tanto, mucho más que una cuestión de rendimiento directo de la persona que se une a la empresa: es una necesidad para garantizar la estabilidad y el impacto del liderazgo en la organización.
Cada nivel de incorporación, desde el manager hasta el directivo, presenta desafíos específicos. Adaptar el acompañamiento en función de estas transiciones es la clave para garantizar el éxito de los nuevos líderes. Como DRH o responsables de carreras, el reto consiste en identificar estos desafíos y poner en marcha soluciones a medida.
La primera incorporación como manager suele ser delicada. Pasar de un rol de experto a líder requiere un cambio profundo de postura y responsabilidades.
Convertirse en manager de managers supone un salto significativo, a menudo subestimado. La principal dificultad radica en la capacidad para liderar un equipo “a través de los demás”.
La transición hacia un rol directivo es compleja y exigente. Implica una ruptura total con las funciones anteriores, un aumento en la complejidad estratégica y mayores responsabilidades.
Adaptar el acompañamiento a cada nivel de responsabilidad es maximizar las probabilidades de éxito de managers y directivos. Una transición bien acompañada refuerza no solo el rendimiento individual, sino también la estabilidad y la eficacia de toda la organización.
La incorporación no comienza el primer día, sino mucho antes.
Una persona que se incorpora no puede avanzar sin una hoja de ruta. “¿Cuáles son los resultados esperados a 3, 6 y 12 meses?”. Es fundamental definir las prioridades estratégicas y operativas junto a todas las partes implicadas (jerarquía, equipos, pares).
¿Gestión de un nuevo equipo, reestructuración, transformación? Cada incorporación tiene sus propios retos. Realizar un diagnóstico previo permite anticipar las acciones críticas.
Preparar materiales concretos: historial de proyectos, organigramas, valores de la empresa, contactos clave. Un manager o directivo bien informado es alguien que gana tiempo desde el inicio.
Los tres primeros meses son críticos para establecer la credibilidad y sentar las bases del éxito.
Antes de actuar, es esencial comprender. “¿Qué procesos existen actualmente? ¿Cuáles son las dinámicas del equipo? ¿Dónde están los puntos de tensión?”. Multiplicar las entrevistas individuales ayuda a recopilar información clave.
Identificar quick wins —resultados concretos y visibles a corto plazo— es una excelente manera de tranquilizar a los equipos y a la dirección, al tiempo que se preparan cambios más profundos.
¿El papel de un mentor? Facilitar la adaptación a la cultura de la empresa, responder a preguntas informales y ayudar a descifrar las dinámicas internas. Este apoyo es especialmente valioso para los directivos que se enfrentan a entornos complejos.
Un coach profesional ayuda al nuevo integrante a tomar perspectiva, afinar su postura de liderazgo y estructurar su rol. Por ejemplo, un manager aprenderá a equilibrar las tareas operativas con las funciones de gestión, mientras que un directivo trabajará su visión estratégica y la dirección del rendimiento.
En empresas de coaching como Talentis, los executive coachs que acompañan a managers y directivos en su toma de puesto han tenido previamente carreras exitosas como managers y directivos en grandes grupos. Esto garantiza a los coachees un acompañamiento realizado por expertos que conocen en profundidad sus desafíos.
El mentoring desempeña un papel fundamental en la seguridad de las tomas de puesto de managers y directivos, al ofrecer un acompañamiento personalizado basado en la experiencia. Al permitir que el mentee se beneficie de los consejos de un mentor experimentado, esta relación facilita una apropiación más rápida del rol y de las responsabilidades.
Para un manager, el mentor ayuda a afrontar desafíos relacionados con la postura de autoridad, la gestión de prioridades y la dinamización del equipo, compartiendo además prácticas concretas basadas en su propia experiencia. En el caso de un directivo, el mentoring permite abordar cuestiones estratégicas, comprender las dinámicas organizativas y reducir el sentimiento de soledad en la toma de decisiones.
El mentor ofrece un espacio de diálogo privilegiado para resolver dudas, tomar perspectiva más rápidamente e integrar la cultura de la empresa de forma más eficaz. Esta relación fomenta una evolución progresiva en competencias, reforzando la confianza y la eficacia del nuevo líder.
En Talentis, también ofrecemos programas de mentoring diseñados para que promociones de talento aseguren su toma de funciones.
El éxito de una toma de puesto —ya se trate de un manager de proximidad, un manager de managers o un directivo— no depende únicamente del talento o las competencias técnicas del nuevo integrante. Requiere un acompañamiento estructurado, adaptado al nivel de responsabilidad y a los retos específicos del puesto.
Los departamentos de RRHH y responsables de carrera pueden ser los verdaderos arquitectos de ese éxito. Combinando una preparación anticipada, un onboarding riguroso y un acompañamiento personalizado a través del coaching y el mentoring, ofrecen a los nuevos líderes las claves para integrarse con eficacia, adoptar la postura adecuada y contribuir rápidamente al rendimiento de la organización.
Invertir en la seguridad de las tomas de puesto significa garantizar la estabilidad de los equipos, evitar los costes derivados de los fracasos y aprovechar plenamente las oportunidades estratégicas. Pero, sobre todo, es crear un entorno en el que cada manager y directivo pueda desarrollarse plenamente en su función y convertirse en un verdadero motor de transformación para la empresa.
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